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Antes de empezar hago dos advertencias:

  1. cualquier coincidencia de este texto con la obra de Gil Lipovetsky es pura causalidad
  2. lo dicho aquí es plenamente aplicable a las grandes capitales europeas y en mucha menor medida en las pequeñas aldeas latinoamericanas como Montevideo

Sonará trillado y hasta conservador, pero (que me perdone O. Wilde), la cultura occidental mercantilizada (o incluso mejor, el mercado occidental disfrazado de cultura) se está poniendo escandalosamente superficial. Pienso en Barcelona, capital del Diseño, el FAD, el MACBA, los modernos que ya ni siquiera lo son porque todo el mundo lo es y por lo tanto parece no merecer otra etiqueta que la de ‘contemporáneo’, la autocomplacencia estetizada, la ‘belleza ubicua’, lo geek-chic, y me digo: bien.

He intentado no insultar a El País en este post, pero mientras escribía el párrafo anterior no paraba de venirme a la cabeza un artículo en la columna de Tontaciones, que hablaba sobre cómo la gente expresa su identidad a través de los auriculares. Quiero decir, todos nos expresamos, en cierta medida a través de nuestros andrajos, y los gadgets son complementos que visten. Eso sí, pero de ahí a que ocupe un lugar en la portada de un periódico internacional me parece que va un cacho. Y suerte que no estoy en Barcelona, de otro modo estoy seguro que debería haberme fumado más de una disertación de bar sobre lo importante que es escuchar música tal como fue grabada y blablabla. Quizás incluso estaría tan acostumbrado que ni me sorprendería de las mamarrachadas que andan pululando en la Opinión Púbica. En fin, que hay que parecer, incluso para uno mismo. Hay que ser el propio objeto de diseño, y cuanto más de coolto sea, pues mejor.

El diseño manda. De eso no cabe duda, pero, y ojo a la curiosidad, ¿a que no saben qué se pone en los textos de las webs o revistas cuando no se pone nada? (abstenerse decir nada los que lo saben que me joderán el desenlace). Lore Ipsum, y ojo (2), no es el nombre una garrula de Canvidalé remakeada versión antigua grecia, sino que es una expresión que no quiere decir nada. Es decir, cuando el diseño es solo el receptáculo, antes de ser rellenado de contenido, está lleno de algo que es nada (¿nada en latín = lore ipsum?) Lore Ipsum, eso es lo que tantos que andan con auriculares de perlitas tendrán en sus seseras. Lore Ipsum, aquello en lo que pensar antes de irse a dormir.

Me declaro Doctor Cum Laude en Lore Ipsum.

Lorena Ípsilon

Interpelar

Hay veces que uno conoce una palabra, sabe escribirla sin faltas y conoce su significado, pero sin embargo se mantiene ajena a su vocabulario. A mi eso me ha pasado con algunas palabras como integración o interpelar. Integración es una palabra muy polisémica y guay sobre la que no voy a entrar ahora, pero ‘interpelar’… bueno, ‘interpelar’ es una palabra, uf, como decirlo. En dos palabras: que mola. Porque uno puede preguntar a un amigo, a un desconocido o incluso a un policía, pero no lo interpelas, porque interpelar… bueno, no he mirado el significado de la palabra en la RAE, pero sé lo que significa, por lo menos para mi, que supongo que es cuando una palabra significa de verdad.

Bueno, volviendo a lo de interpelar. Uno puede interpelar a algo, pero lo realmente poético y significativo es cuando algo le interpela a uno. Quiero decir, algunas narraciones nos interpelan, nos preguntan y sugieren. También algunas cosas que nos suceden, como por ejemplo ver una bolsa enrrollada en un remolino. Vale, eso no, eso es de American Beauty y no sugiere nada más que lo que es, una casualidad hermosa. Ah sí, la realidad, la realidad nos interpela como sujetos pensantes. Nos indica con movimientos de cabeza cosas que podemos interpretar como tics, contracturas musculares o, efectivamente, como ‘señales’. Cuando algo nos interpela parece que es muy trascendental o algo así, pero, y perdonen de antemano, qué hay de esos cuerpos hermosos que nos interpelan por la calle, que nos invitan y nos desafían, que nos alimentan y nos frustran, que nos dicen «ven pero no vengas». Eso también nos interpela.

¿Con esto que quiero decir? Pues lo que digo, que la palabra interpelar mola, y que se puede usar para muchas cosas. Es una palabra útil. Si supiera fotoshop me inventaría alguna consigna chula y haría un logotipo y un grupo facebook en favor del uso de la palabra interpelar. Porque interpelar no es una de esas palabras secretas que uno no quiere compartir demasiado, como por ejemplo ‘pijama’ o ‘obnubilado’ para mí, o ‘lapislátzuli‘ para Joan Miquel Oliver. Esas palabras no requieren reivindicación porque son de uno, y para uno no mismo las reivindicaciones no suelen tener mucho sentido… o sí. Así, desde mis grandes limitaciones tecnológicas quiero hacer un llamado público a todos aquellos que hablan en català o castellano a usar mas la palabra interpelar, porque así, cuánto más la usemos, más nos interpelaran las cosas, y bueno, más lindo será vivir.

Ala, a dejarse interpelar.

La segunda imagen que aparece en el google images cuando pones interpelar es este señor.

Game Over

Hace unos instantes he abierto la página web de El País y me he dicho, ya está, esto es la hecatombe. Me dirán que tengo fijación con El País. Que por qué lo leo si me da tanta rabia. Que no me haga mala sangre y me dedique a otra cosa.

Algo parecido le sucederá a Batman. ¿Qué haría nuestro apretado, musculoso y sexy amigo sin su archienemigo espiritual, formal y estéticamente antónimo, el Joker (muy a mi pesar traducido como el Guasón en latitudes rioplatenses)? Porque si Batman es todo seriedad,contención, sobriedad y rectitud, el Joker es colorido y caótico desparpajo. Pero no nos regodeemos en las comparaciones, por más apetitosas que sean. Porque esto va de enemigos:

Hoy ha muerto (supuestamente), el más gran malvado del siglo XXI.

Lo pienso así y se me achica el culo. ¿Qué hará la civilización occidental ahora que le han quitado el líder a la parte negra del Ying y el Yang? Cierto es que aún existe la religión y la cultura musulmana, que aún queda mucho trabajo por hacer. Pero no me digan que no da vértigo pensar en los potenciales efectos catastróficos que este presunto éxito tendrá sobre nuestras vidas.

Ya me estoy imaginando a los altos mandos de los ejércitos que con tanto ahinco luchan contra el terrorismo yendo a sus casas a celebrar el éxito de hoy. Los visualizo tumbados en su cama al lado de sus esposas con los ojos abiertos pensando: y ahora qué.

El señor que escribe los guiones de la prensa internacional ha metido la pata hasta arriba. De verdad espero que, por el bien de todos, tenga un buen giro argumental para cuando todo esto pierda fuelle, y ya tenga en el tintero algún nuevo enemigo global para 2012. Ah, sí, perdón, que es el fin del mundo, se me había olvidado, qué tonto. Pero, y si no se termina, ¿qué? ¿Y si fallan los de los explosivos? La humanidad necesita enemigos.

Batman sin Joker. ¿Qué haría?

·    T   i   e   m   p   o      p   a   r   a      p    e    n    s    a    r    ·

Exacto, se volvería tarumba. Porque uno se acostumbra a luchar contra el mal, se crea sus rutinas, si está tiempo sin saber del enemigo lo echa de menos pero cuando lo ve le vuelve a dar la misma rabia de siempre… en fin, los malos son una de estas cosas que dan emoción a la vida, que cuando uno las tiene no las valora, pero cuando faltan, pues se extrañan. Y ahora van los periódicos y nos matan a nuestro malvado de ahora, el Sr. Bin Laden, que tanto salía por la tele, que tantas guerras y muertos inocentes, y cárceles que vulneran los derechos humanos, y películas de acción y por qué negarlo, tantos chistes y cosas divertidas en internet ha generado.

No se ustedes, pero a mi Gadafi no me parece que tenga un buen perfil para tomar el relevo de «enemigo del mundo». Será enemigo de los suyos, enemigo (también) de los derechos humanos, pero no enemigo de todos. La verdad, no lo veo capaz de hacer algo tan trascendental como obligarnos a no llevar botellas de agua ni champú ni mecheros ni navajas suizas regalo del abuelo para que no te pase nada en las americas, en los aviones.

En serio, me pongo en el lugar de aquellos que velan por la paz mundial, y me da una tristeza… Si cerraran El País me parecería una gran cosa para la humanidad, pero a nivel personal -no nos vamos a engañar-, sería una putada de la ostia. Con lo que me divierte y me inspira. Y lo mismo le pasaría a Batman con el Joker.

Pero imaginemos que viene el jefe y nos dice… mire, que con la crisis no tenemos más fondos para financiar al malo y tenemos que matarlo. Uno no es tonto y comprende, y bueno, se esfuerza y le da un finiquito con honores, una muerte con mucha dinamita o con un diálogo final revelador y metafísico. Pero que me vengan y me digan que lo han matado en su casa y lo han tirado al mar? ¡¡VENGA HOMBRE!!

La de hoy será recordada como una triste jornada, en la que el guión del mundo perdió fuelle. Sinceramente, este final me parece mucho peor que el de Lost. Espero que si no cancelan la emisión, por lo menos se note en la audiencia.

Te vamos a extrañar, (ene)amigo

Arthur va a la librería y dice hola quería un libro, y el librero hace la primera criba: ¿ficción o ensayo?

De repente cambia la iluminación, los otros clientes que andan curioseando mueven las mesas sincronizadamente para abrir lugar en el centro de la tienda. De un salto, Arthur se sitúa en el medio, una luz cae sobre él, y empieza una música instrumental mientras el librero, un tío bigotudo, le acerca una silla para que se siente. De su bolsillo, Arthur saca un gran pañuelo blanco que sitúa sobre sus piernas, y el bigotudo hace un elegante ademán de camarero.

La iluminación desciende ligeramente dando un aire tenue y Arthur se pone en plan pensativo, con la mano en el mentón y el ceño fruncido. El librero vuelve ¿ficción o ensayo?, y entonces, Arthur levanta la cabeza con aire solemne, y… ¡sube el volumen de la música! ¡Se encienden las luces, y se mueven haciendo del lugar una sala de fiesta!¡Los clientes bailan alegres!

Señor, señor, de bigote multicolor, atién-da-meun-momenn-to, que tengoun-parlamennn-to-oooooooooooo… señor, señor, yo leo por placer, por placer · de · aprender. Ficción es a la vida, bacteriaal-organismo, ensayo mi señor, esmesadediseccióóóón!

¿Pero cómo? ¡Hemos topado con un paladar exquisito! Exclama el librero, y revolotea alrededor de Arthur hasta pararse y susurrarle al oído mi querido comensal, algo le voy a contar, pero no salga de aquí, que me matalaeditoriaaal. Sujeto juguetón, es el centro de la ficción, sinembargo bicho inerte, del analista es el juguete, que abierto en canal lo convierteencomensál!

De golpe para la música y el resto de clientes, que estaban haciendo una coreografía, vuelven a situar las mesas en su lugar volviendo a la actitud que tenían antes. Alguno incluso sale del comercio. Arthur, entonces, agarra «España» de Manuel Vilas y «Así habló Zapatustra» de F. Nietzsche, paga al señor del bigote multicolor y sale de la tienda mientras el librero apunta algo en un viejo cuaderno.

Arthur celebra su compra al salir de la librería

~~ Fin de la primera escena ~~

Vea la versión aburrida de este post

La última galleta

La última galleta no es necesariamente la que queda al final del paquete, sino la que nosotros, los comedores de galletas, consideramos la última. No en el sentido de voy a comerme la última galleta porque tras ésta viene la nada (y la posible frustración), sino en el sentido de me como ésta y ya está. Esa  última galleta, sin embargo, no lo es tanto, pues vendrán más. Entonces la última elegida será el preámbulo de un goce que será multiplicado por la previa castración del deseo. La última galleta será una puerta a un futuro mejor. Está en nuestra mano

Tú eliges cuál es la última galleta

.

¿Cuándo sabemos que nos tomamos en serio nuestra creatividad? Voy a hacer una lista de rasgos indicativos:

1. Cuando, estando en la Fase 1 del sueño (aquella en la que wikipedia dice que podemos tener alucinaciones), logramos vencer a nuestra pereza y gustito de dormir para agarrar una libreta y anotar la gran revelación.

· fin de la lista ·

Yo solía hacer eso, pero por varias razones me vi obligado a desarrollar la capacidad de recordar esas ideas durante unas horas tras despertarme, para luego, normalmente, olvidarlas para siempre. Pero normalmente no es siempre, por más que los estadísticos se empecinen en demostrarlo, lo cual queda (precisamente) demostrado en estas líneas: lo que sigue se me ocurrió durante una siesta furtiva de 12 minutos.

El País marca tendencia, o tiene sus propias tendencias, como por ejemplo hablar de twitter a todas horas o últimamente, hacer decir a las bandas musicales «indies», «trendies», «hypes» o «guais» qué canciones de bandas «comerciales» les gustan. Todo ello destilando un aire de placer autoflagelante y de confesión pública, de «vale, lo admito». Esto puede tener varias lecturas. Hagamos otra lista (sí, en El País también están de moda las listas).

Lecturas de por qué está de moda que los grupos «indies» digan qué les gusta de la musica comercial:

  1. Porque no hay nada mejor que decir
  2. Porque somos hijos de una cultura que nos ha bendecido con una gran sensibilidad para las manifestaciones estéticas de dudosa calidad
  3. Porque la industria del entretenimiento ha encontrado una nueva estrategia para vender lo mismo de siempre a las «ovejas que se han alejado del rebaño»
  4. Porque todos los snobs sienten placer en admitir que tienen ciertas conexiones con el populacho
  5. Para remarcar que lo que gusta a todos es tan tamaña mierda que uno mismo sólo se puede acercar a ello desde la bizarrez y la fricada
  6. Para dar ternura en un ambiente donde lo mas cálido que se puede encontrar es una copia de un osito de peluche de un muñeco de plástico que imita a un tierno bebé

· fin de la lista ·

Esta lista es una chorrada, como la mayoría de listas que se hacen, pero esconde una idea no descabellada que es precisamente la que me sobrevino en la fase I del sueño («la fase I del sueño de Andreu III»). Adivinen cuál es… bueno, cierto, la lista tampoco es tan absurda…

En fin, el punto que interesa aquí es el #3, porque, ¿quien nos dice que Sony o Universal no están detrás de las entrevistas a Joe Crepúsculo, que tanto disfruta diciendo cuánto les gusta el Canto del Loco, la Oreja de Van Gogh o Alex Ubago? Me gusta la ciencia ficción porque especula basándose en la realidad teniendo en cuenta parámetros científicos. Decir que dentro de poco será indie pinchar Pereza en una fiesta no es ciencia ficción por varias razones. Hagamos otra lista:

Razones por las que no es ciencia ficción afirmar que pinchar Pereza en una fiesta será «indie»

  1. Porque nada tiene que ver con la ciencia
  2. Porque seguramente ya se esté haciendo y yo no me haya enterado
  3. Porque la ciencia ficción es bastante más compleja que cualquier cosa que pueda salir en este blog

· fin de la lista ·

Un amigo habló una vez de la fagocitación simbólica del capitalismo. Pues bien, ahora que ya está todo fagocitado (sí, también lo indie, o especialmente eso), este inconmensurable leviatán está jugando a recombinar los gustos de los consumidores para lograr una realidad aún más irónica. Primero nos hizo gritar a todos al son de una misma canción (o grupo, o estilo), luego nos permitió separarnos y juntarnos en pequeños grupos que gritan ante expresiones estéticas similares que se agrupan dentro de una categoría supuestamente periférica (pero masiva, tanto que sale en la portada de El País). Ahora, logrará hacer la pirueta, y que desde el escepticismo de nuestro grupúsculo nos unamos a la masa para corear las mismas canciones que gustan a todo el mundo. Así, los conciertos de La Caja de Pandora serán como un anuncio de Bennetton y todos disfrutarán a su manera. Unos de forma genuina, los otros de forma impostada.

Qué lástima dirán algunos indies puristas, con lo agusto que estábamos en nuestra propia impostura.

Joe Crepúsculo, el rey (crepuscular por definición) del indie temporada 2010-2011

Hacía tanto que no escribía en el blog que ya ni me acordaba de donde estaba la pestañita que dice «añadir nueva», pero finalmente la he encontrado.

El mundo está en guerra de nuevo. ¿Quién dijo guerra? Los periódicos. ¿A quién le interesa? ¿Está la comunidad internacional muy preocupada por lo que pase en Libia? ¿Sabríamos situarlo en un mapa? Que levanten la mano aquellos que estaban enterados de la situación de este país antes de que empezara a salir en los periódicos.

Los que levantaron la mano son unos mentirosos.

No nos engañemos. La guerra contra Gadafi es trending topic. Sí, lo confieso, yo también leo El País y sus  cada vez más recurrentes noticias sobre internet en general y twitter en particular, aunque no solo. También trato de leer otros medios de prensa. Sí, lo confieso, mi jefe está de vacaciones y tengo algo de tiempo para informarme de la coyuntura internacional. Sí, también lo confieso. Es que ahora el mundo está de lo más interesante.

Vanagloriémonos, ahora podemos seguir las calamidades del mundo en tiempo real y desde múltiples canales (más o menos institucionales, más o menos veraces). Primero las revueltas de oriente medio a través de los periódicos y luego también desde twitter (enésima confesión: seguí los tweets de los insurgentes egipcios los dos primeros días. Ahora estoy pensando en dejar de hacerlo. Sinceramente, aún no lo he hecho por pereza), luego el desastre de Japón y ahora mismo la guerra del mundo contra Libia. Todo esto de forma simultánea, claro, en el mundo suceden muchas cosas, pero no son todas, ni muchísimo menos, son las que se ganan el favor de los espectadores. Porque eso somos. Espectadores de las desgracias del mundo, que aburridos ya de aquella supuesta realidad televisada que nos vendían aquellos reallities de la primera década del milenio, nos interesamos por seguir minuto a minuto la evolución de los reactores, las estadísticas de los desaparecidos, o las opiniones de los expertos.

La semana pasada me levantaba por la mañana y miraba el periódico para ver (sí, lo vuelvo a confesar) si ya había reventado Japón. No soy insensible, e incluso llegué a sentir verdaderos escalofríos ante la posibilidad de un nuevo Chernobyl (en mi adolescencia vi un anime titulado Hiroshima, y más adelante una exposición en el CCCB de Barcelona sobre el tema, y lo cierto es que me parece de lo más sci-fi la capacidad destructiva que puede llegar a tener esta tecnología). Esta semana tanto mi interés como el de los periódicos se han desplazado de la isla nipona hacia el oriente medio, dejándose por el camino considerables dosis de interés (por mi parte, no por la suya).

Desde anteayer, en la portada de El País vemos impresionantes imágenes de cazas cayendo, tanques ardiendo o grandes explosiones, muy similares a las de las películas, pero con el detalle del medio que las enmarca, uno que se supone que refleja la realidad. Incluso podemos ponernos en la piel de los aguerridos reporteros que arriesgan su vida para alimentar nuestro morbo (para informar a la población, perdón).

Japón quedó más abajo en la plantilla de la portada, ahora lo más in son los fuegos de artificio y los cadáveres calcinados. A mi (es la última confesión), el cambio no me compensa. Me sabe a poco.

Hasta Gadafi, que está tan ocupado puteando a civiles y a la comunidad internacional se aburre con las noticias en las que aparece.

Desconozco  cual habrá sido el acontecimiento histórico más seguido por los medios de comunicación. Muy probablemente sean las imágenes del 11S. Muchos de los habitantes de nuestro planeta viendo las mismas imágenes, sintiendo cosas “parecidas” (aunque tan sólo hablemos de estupefacción). Los medios, capaces de articular sensaciones a nivel global, de abrir flujos de emoción que recorrerán muchas partes de nuestro mundo, acaban de sorprenderse a sí mismos.  Hoy he recordado que el 4 de diciembre de 2009, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, se dirigió a 350 millones de usuarios para decir que esta red social modificaría algunos de sus puntos relacionados con la seguridad.  De todo esto lo relevante no es el contenido de la carta, sino el hecho de que probablemente, algunos miles de personas leímos simultáneamente la misma carta en muchos idiomas distintos.  Desconozco si la carta fue enviada al mismo tiempo a todos los usuarios, pero de ser así, quizá aquél hubiera sido el momento en que un ser humano se hubiera comunicado, a la misma vez, con más seres humanos de toda la historia.

Ni en 1984 oye…

Pecios digitales #1

Podría tratar de decorar la imagen con alguna metáfora, pero sólo sería perder el tiempo.

Over the future

Estamos más allá del futuro. No es un broma. Después de este futuro (pasado) ya sólo queda la autodestrucción-cataclismo-colapso-climático. O eso o la utopía irrealizable. El fin.

Es realmente trascendental el hecho de que hace 3 días hubiera sido el momento en el que Martin McFly llegó a su futuro con su Delorean en el mítico film «Back to the Future». Todos recordarán los autos voladores, los hologramas y las patinetas flotantes. Algunos también recordamos con pavor cuáles pueden ser las consecuencias de tener acceso a cierta información futura. Pero eso es arena de otro costal.

La cuestión fundamental es que a día de hoy ya hace más de 72 horas que estamos en el post-futuro, y nadie (o casi) se ha dado cuenta. La intransigencia del reloj nos ha llevado a un lugar que unos pocos inventaron pero del que muchos participaron. Es cierto que esa realidad por venir del inconsciente colectivo no era más que una ficción consensuada tácitamente, pero ¿cuántos aspectos de la vida social no lo son? Sobrepasamos la línea del futuro pensado hace veinte años atrás, llegamos vivos al mañana para dejar bien claro que los caminos del señor (del progreso y de la tecnología) son inexcrutables. Y también menos impresionantes de lo esperado.

Estamos en el futuro del futuro y las cosas no son tan distintas, y si lo son, probablemente sean para peor en muchos aspectos. En los 90 tuvimos la capacidad de proyectarnos hacia un lugar similar al vivido. Ahora mismo, visto lo visto, nadie puede pensar que el mundo, pongamos en 50 años, seguirá siendo el mismo, porque en tal caso ya no será más. Así, y aunque era algo que ya se venía vaticinando tiempo atrás, nos encontramos ante el fin (sí lo sé, soy poco original) del futuro. El hecho de estar a día 9 de julio de 2010 nos demuestra fehacientemente que el ser humano tiene que dejar atrás sus titubeos, sus pruebas, sus hojas arrugadas amontonadas en la basura, sus tachones y su típex, y agarrar con fuerza la pluma y escribir decididamente las páginas de su porvenir. Llegados al futuro de McFly nos damos cuenta que los siguientes mañanas imaginados son los de 2012 o los de Terminator (para los que por cierto tenemos un poco más de tiempo -2050 aprox-, aunque recordemos, en aquél ejercicio de prospectiva la variante naturaleza furibunda no se tuvo en consideración), y como ya dije antes, o es eso o la utopía.

Después de esta reflexión sólo me queda hacer un llamado desesperado a aquéllos que estén ahora mismo con Martin. Porfavor, ponedle al corriente de nuestros errores, explicadle que después de él no hay nada, y que cuando vuelva a su casa de su presente, y tras abrazar a su madre, que corra a contar lo que sabe.

Aunque pensándolo bien, seguro que lo tratan de loco. Mejor decidle que vaya a buscar a Michael Jackson y le avise que se tiene que cuidar más el corazón. Así por lo menos caminaremos más entretenidos hacia el final de nuestros días.